viernes, 2 de junio de 2017

Enfermedad Poliquística Renal (Riñón poliquístico)

La enfermedad renal poliquística (PKD) del inglés Policistyc Kidney Disease, aunque también se usa el nombre Enfermedad Poliquística (EP, en español),  se caracteriza por el desarrollo de quistes epiteliales en ambos riñones, los que van aumentando progresivamen­te en tamaño y en número, hasta desplazar el parénquima, con la consecuente aparición de la falla funcional. La PKD muestra una considerable prevalencia a nivel mun­dial 3 y es la causa del 10 % de los pacientes que padecen enfer­medad renal crónica en estadio 5, condición ésta que requiere de terapia sustitutiva renal, con los elevados costos que implica, por lo cual resulta de gran interés para la comunidad científica, la profilaxis de la PKD, así como hallar alternativas de tratamiento para los afectados, especialmente terapias que retrasen la aparición y el desarrollo de los quistes renales, como un modo de proteger el pa­rénquima, mejorar la calidad de vida de los enfermos, y disminuir el impacto económico y social de la terapia sustitutiva renal.


Si bien la ADPKD es una importante causa de enfermedad renal crónica en el adulto, la misma ha ganado importancia en Pediatría desde que se describieron los primeros casos en niños. Su diagnóstico prenatal en determinados casos, ya es posible des­de hace más de 20 años. El test genético prenatal para la PKD se puede hacer desde las 16 se­manas de gestación. Se estima que aproximadamente el 2 % de los niños afectados se presentan con manifestaciones graves. La inesperada aparición infantil de la enfermedad en una fa­milia con antecedentes de inicio clásico en adultos, no tiene una explicación satisfactoria a pesar de que se reporta cierta variabi­lidad en su expresión familiar. Zerres y otros, estudiaron 64 fa­milias con 79 niños afectados y diagnosticaron cinco casos prena­talmente en 17 familias con más de un hijo con la enfermedad. Se ha señalado que aproximadamente en el 30 % de las personas en riesgo, el diagnóstico puede establecerse por ultrasonografía antes de los 10 años de edad, aunque en el 40 % de los afectados no ha sido posible detectar quistes antes de los 30 años de edad. Dependiendo del tipo de herencia se distinguen principalmente 2 tipos:






   1. Enfermedad renal poliquística autosómica dominante (EPAD)


Es la principal causa de enfermedad renal crónica hereditaria en el mundo con una incidencia de 1 por 1000 nacidos vivos. Es una enfermedad de carácter hereditario autosómico dominante con una probabilidad de trasmisión del 50% y penetrancia del 100%. Se han descrito 3 patrones fenotípicos secundarios a mutaciones puntuales como son la EPAD tipo I que se debe a la mutación del gen PKD1 que se localiza en el brazo corto del cromosoma 16 y codifica para la proteína policistina 1 que está implicada en el mecanismo de bombas intracelulares del trasporte de calcio; esta es la variedad más frecuente, corresponde al 85% de los pacientes con enfermedad quística. Se manifiesta entre la 3 y 4 década de la vida.

La EPAD tipo II se debe a la mutación del gen PKD2 localizado en el brazo largo del cromosoma 4 y codifica para la policistina 2, miembro de las proteínas de transporte del calcio. Se manifiesta entre la 6ta y la 7ma década de vida, y constituye un 15% de los pacientes afectados por esta enfermedad.

La EPAD tipo III, constituye un raro síndrome familiar con mutación genética no clara pero con el mismo patrón de herencia, y está presente en el 1% de la población afectada. En esta enfermedad cualquier segmento de la nefrona y de los túbulos colectores puede ser afectado por tener la mutación.

Como patogenia de la enfermedad poliquística se ha planteado la alteración en la disposición de las bombas que migran de una posición basal a una apical, lo que genera la liberación de diferentes elementos a una cavidad favoreciendo el crecimiento del quiste lo que, sumado a un aumento de la producción de factores de crecimiento, induce a la célula epitelial simple a generar la cavidad inicial. El compromiso extrarrenal de la EPAD tiene una incidencia variable cercana al 9%, como el caso de los quistes del polígono de Willis en el SNC, quistes hepáticos, pancreáticos y pulmonares de menor tamaño en la mayoría de los casos. La EPAD se asocia con anormalidades valvulares cardiacas, principalmente insuficiencia mitral y aneurismas de las coronarias con incidencias no claras. También se ha asociado con riesgo de desarrollo de patologías tumorales tipo carcinoma de células renales, específicamente variantes papilares y sarcomatoide, en un porcentaje muy bajo.




Consejo genético

La mayoría de los individuos afectados con PKD autosómica dominante tiene, por lo menos, un familiar afectado. La incidencia de mutaciones de novo es significativa y ocurre en cerca del 10 % de las familias afectadas. Las recomendaciones para la evaluación de los familiares de un probando afectado, con una aparente muta­ción de novo, incluye un tamizaje adecuado por métodos image­nológicos, especialmente en PKD2. Se debe señalar que la his­toria familiar puede parecer negativa, por falla en el diagnóstico, muerte temprana del individuo afectado antes del inicio de los síntomas, o inicio tardío de la enfermedad en el familiar afectado. En el caso del hermano de un afectado, el riesgo varía así:

• Si alguno de los padres está afectado, el riesgo en cada uno de sus hijos es del 50 %.

• Si ninguno de los padres tiene alteraciones en las imágenes renales, ni tampoco en el examen molecular, lo más probable es que se deba a una mutación de novo; por lo tanto, el riesgo que la enfermedad se repita en otros hijos es similar al de la población general.



         2. Enfermedad renal poliquística autosómica recesiva (EPAR)

Es una entidad menos frecuente que la EPAD con una incidencia de 1 en 20.000 nacidos vivos. Se debe a la mutación del gen PKHD1 en el brazo corto del cromosoma 6 con la variedad de la H que presupone el compromiso hepático secundario a la mutación de este gen, el cual codifica para la proteína poliductina o fibrocistina que es expresada en los túbulos colectores y conductos biliares en menor cantidad. El patrón de herencia es autosómico recesivo con una penetrancia del 100%. Se manifiesta a edades muy tempranas, la mortalidad es alta, cercana al 30% y se debe a la hipoplasia pulmonar por oligohidramnios extremos en la edad prenatal. El compromiso hepático es más frecuente en niñas y la falla renal crónica es variable con alta tasa de muerte al corto plazo. Los quistes se caracterizan por un patrón radiado al corte debido a que se originan en los túbulos colectores, este patrón puede observarse también en riñones dominantes. En la actualidad es difícil diferenciar las dos entidades, ya que ambas pueden compartir similares características, por ejemplo, en niños y adultos con EPAD puede observarse compromiso hepático. Para hacer la diferenciación se debe identificar el patrón de herencia realizando el árbol genealógico y una biopsia hepática que documente las malformaciones ductales asociadas, ya que la evaluación genética es difícil y no siempre disponible. No se ha encontrado asociación entre EPAR y patología tumoral.






Consejo genético

Como ya se ha mencionado, esta patología se transmite por un mecanismo de herencia autosómico recesivo. En principio, los padres de un menor afectado son portadores obligados; tienen un riesgo del 25 % en cada embarazo de transmitir los alelos afectados y que nazca un afectado nuevamente.

1.    Padres de un niño afectado

Los padres de un niño afectado son heterocigotos obligados (cada uno de ellos porta un alelo mutante). La probabilidad de tener otro hijo afectado es del 25 % en cada embarazo; la probabilidad de tener un hijo portador de un alelo mutado es del 50 % y la probabili­dad que no porte ningún alelo mutado es del 25 %.  Los heterocigotos son asintomáticos, aunque es importante rea­lizar ecografía renal en padres de niños con sospecha de EPAR, para excluir la posibilidad de EPAD. No existen datos sistemáticos disponibles de la sensibilidad y especificidad de la ecografía prenatal en el diagnóstico de EPAR. Desde el punto de vista radiológico, los riñones quísticos y brillantes, cuando se detectan incidentalmente en una ecografía prenatal de rutina, son un dilema diagnóstico, ya que pueden ser producidos por diversas etiologías, con numerosas impli­caciones para el pronóstico fetal y futuros embarazos.

Si no existe historia familiar de EPAR, pero en la ecografía prenatal se evidencian riñones quísticos y aumentados de tamaño, se recomienda realizar ecografía fetal de detalle y cariotipo para evaluar la presencia de anomalías cromosómicas u otras anomalías congéni­tas en el feto. La prueba molecular se puede realizar con el análisis de ADN de células fetales, por amniocentesis (entre la semana 15 y 18 de ges­tación) o a la semana 12 de gestación por biopsia de vellosidad co­riónica. El diagnóstico genético pre-implantacional está disponible para familias en las que se ha identificado la mutación causal de la enfermedad.

2.    Hijos de un afectado con ARPKD

Los hijos de un individuo afectado con EPAR son todos heterocigotos obligados (portadores) de una mutación causante de la enfermedad. La frecuencia de portadores en la población general es de 1:70; por lo tanto, el riesgo que uno de sus hijos presente la enfer­medad, depende de si su pareja es portador(a) de la mutación. Te­niendo en cuenta la frecuencia de portadores en la población general, el riesgo sería del 0,7 %.

Detección de portadores

Se realiza una vez se detecte la mutación en el probando. Si aún no se conoce la mutación en la familia, se realiza un análisis de liga­miento. Se debe hacer hincapié en que el momento ideal para deter­minar el riesgo genético, determinación del estatus de portador y la realización del test prenatal debe ser antes del embarazo.


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