La Enfermedad de Gaucher (EG) tiene su
origen en una deficiencia enzimática, concretamente del enzima glucocerebrosidasa. La carencia de esta
enzima provoca una acumulación de glucosilceramida, que procede de la degradación
de las membranas celulares en los lisosomas de los macrófagos procedentes de
gran cantidad de órganos como huesos, hígado, bazo y médula ósea (células de
Gaucher). Desde un punto de vista genético, su transmisión es autosómica recesiva, es decir, para su
transmisión sendos progenitores han de ser portadores de dicha anomalía y en
este caso sólo un 25% de los descendientes podrán padecer la enfermedad. El gen
que codifica la enzima se encuentra en el brazo largo del cromosoma 1 (1q21).
No obstante, en la actualidad se han descrito más de trescientas mutaciones
implicadas en su aparición. Además, dicho trastorno puede ser originado a
partir de deleciones, inserciones y por alelos recombinantes.
Este trastorno fue
descrito por primera vez en 1882, por el dermatólogo francés Phillipe Charles
Gaucher. Años más tarde, en 1965, las investigaciones de Brady demostraron que la
enfermedad de Gaucher estaba producida por el déficit de la enzima lisosómica
beta-glucosidasa ácida o cerebrosidasa, responsable de la hidrólisis
intracelular de la glucosilceramida y otros esfingolípidos afines. Este trastorno
enzimático provocará la acumulación de estos esfingolípidos a nivel de los
lisosomas que integran el sistema retículo endotelial. Por su parte, Groen
(1948) sería el primero en
describir la transmisión genética de este complejo trastorno, sugiriendo así
que se trataba de una enfermedad con carácter autosómico recesivo y cuya
anomalía de base se hallaba localizada en el cromosoma 1 (1q2.1). Desde un
punto de vista étnico, se ha podido verificar una mayor prevalencia entre
sujetos de determinados grupos étnicos, como es el caso de los Norrbottnian
del norte de Suecia entre los que predomina del subtipo III, o los judíos de
origen Ashkenazi en donde destaca el tipo I, con una frecuencia de portadores
de 1:400 a 1:800 nacidos vivos, a diferencia de la población general cuya
frecuencia es de 1:40.000 a 1:60.000 nacidos vivos. No obstante, y a pesar de
su relativo carácter étnico, la enfermedad puede afectar por igual a cualquier
grupo étnico-racial. En Europa su prevalencia es escasa, siendo descrita una
media de cinco casos por cada 10.000 habitantes, lo que se traduciría en menos
de 10.000 pacientes en todo el mundo.
La deficiencia
enzimática favorece la acumulación de la glucosil-ceramida en los lisosomas de
macrófagos (células de Gaucher) y monocitos del sistema monocito macrófago
(SMM), llevando a la acumulación de glucocerebrósidos en la médula ósea, el
bazo, el hígado, los pulmones, tejido esquelético y en las formas neurológicas
en el cerebro, causando daño celular y disfunción orgánica. Como consecuencia,
las características de la EG son el desarrollo de síntomas y signos
multisistémicos que se establecen de manera crónica y progresiva, tales como:
visceromegalias, destrucción ósea y citopenias periféricas. El espectro clínico
de la enfermedad es altamente heterogéneo, incluyendo adultos asintomáticos en
los que se diagnostica la enfermedad de manera incidental, hasta formas muy
severas como el hidrops fetalis y formas de severidad variable en la
edad adulta, es posible observar esta heterogeneidad incluso en hermanos y
también en gemelos. Con todo ello, se sabe que la
intensidad de las manifestaciones clínicas no se correlaciona de manera
estrecha con el nivel de actividad enzimática ni tampoco con la mutación
concreta presente en el enfermo. La expresión clínica del cuadro estará
determinada por la interacción de múltiples factores como la cantidad residual
de enzima, el genotipo, factores ambientales y probablemente por la presencia
de otras mutaciones no bien conocidas. De este modo y a pesar del considerable
grado de heterogeneidad fenotípica, en la actualidad se definen tres variantes
clínicas de presentación de la enfermedad:
Variante tipo 2: variante neuropática
aguda.
Variante
tipo 3: con afectación neurológica y visceral.
Desde un punto de
vista fisiológico y en condiciones de normalidad, la síntesis y destrucción de
los glucoesfingolípidos ha de representar un proceso en perfecto equilibrio
interno. Los esfingolípidos tienen funciones dentro de las células, por
ejemplo, la ceramida y la esfingosina-1-fosfato son segundos mensajeros y
adicionalmente inician los mecanismos de apoptosis. La esfingosina también es
un segundo mensajero y su generación le permite a la célula sobrevivir. Por su
estructura química, aquellos glucoesfingolípidos que poseen más de cuatro
unidades de glucosa en su cadena requieren únicamente de enzimas hidrolíticas
para su metabolismo. En cambio, aquellos otros que tienen menos glucosa en su
cadena requieren, además de esta enzima hidrolítica, una segunda molécula del
grupo de proteínas activadoras de esfingolípidos, que para la
glucocerebrosidasa se llama saposina C. La saposina C es codificada por un gen
ubicado en el cromosoma 10 y constituye una proteína activadora de membrana
con capacidad para solubilizar los lípidos, y en definitiva resulta responsable
de la degradación de las glucosilceramidas.
El proceso de
degradación de los glucoesfingolípidos por estas enzimas no es bien conocido
por el momento. En la enfermedad de Gaucher el depósito de los
glucoesfingolípidos se realiza a nivel de los lisosomas de los macrófagos
presentes en el sistema retículoendotelial. Resultado de ello y del aspecto
particular que estas células adquieren, determina su apelativo como células de
Gaucher. Microscópicamente, dichas células muestran un gran tamaño, portando
un núcleo excéntrico y un citoplasma que se asemeja a un papel arrugado. En los pacientes pediátricos el acúmulo de glucocerebrósido
no explica el cuadro clínico, en tanto que su cantidad acumulada a nivel de las
células del sistema nervioso central no resulta elevada. Se cree más bien que
se trate pues de un metabolito tóxico denominado glucoesfingosina, cuya
concentración se encuentra elevada en el hígado y bazo de los pacientes
portadores de este trastorno. Dicha acumulación tiene un inicio temprano
durante la gestación. En este caso, niveles elevados de esta sustancia en el
cerebro se encuentra únicamente en pacientes de corta edad portadores de la
variedad tipo 2. Posteriormente, derivado de la acumulación de grandes
cantidades de glucoesfingolípidos en el interior de las células, pueden
producirse interferencias a nivel del transporte intracelular y otras
actividades de la célula. En el caso de la enfermedad de Gaucher, la psicosina
es la sustancia tóxica derivada del glucocerebrósido acumulado.
El gen GBA
comprende 11 exones y 10 intrones, que se distribuyen con una longitud de 7,6
Kb en dirección 5´- 3´. 16 Kb en dirección 3´ existe un pseudogen (GBAP) que tiene 5,7 Kb de longitud y
tiene la misma organización en cuanto a exones e intrones que el gen funcional.
A pesar de la diferencia en el tamaño ambas estructuras presentan un 96% de homología
que viene determinada por varias inserciones Alu en los intrones del GBA y un gran número de deleciones en el
GBAP. Dentro de las diferencias, la
más importante es la presencia de una deleción de 55 pb en el Exón 9 del pseudogen.
El resto de las mutaciones acumuladas en el GBAP
conllevan muy frecuentemente la aparición de alelos de recombinación entre GBA y el GBAP. El GBA se encuentra
en el cromosoma 1 (región q21-q31) y presenta una íntima relación con otros
genes dentro de una región de 85 kb del cromosoma 1q. En concreto su expresión
puede verse influida por el gen de la Metaxina
1 (MTX1) y el de la Trombospondina 3. Cuando el GBA se
traduce da lugar a un RNA mensajero de aproximadamente 2 Kb que es procesado a
los 497 aminoácidos que forman la enzima madura. En este sentido han sido
utilizadas dos maneras básicas a la hora de nombrar a las mutaciones detectadas
en el GBA: 1) mutaciones que hacen referencia a los aminoácidos mutados
[(ejemplo N370S traduciría un cambio de una Asparragina (N o Asn) a una Serina
(S o Ser) en el aminoácido 370 de la cadena polipeptídica; por lo tanto también
se puede encontrar en la literatura como Asn370Ser] o 2) mutaciones referidas
al nucleótido mutado [donde N370S se expresaría como A5841G ó 5841A>G que
querría decir que en el nucleótido 5841 del GBA completo (incluyendo intrones y
exones) se ha producido un paso de una Adenina (A) a una Guanina (G) o bien
c.1226 A>G tomando como referencia el mRNA o el DNA complementario [cDNA
(representa la secuencia complementaria del RNA obtenida mediante la copia de
éste por una transcriptasa inversa)].
Mutaciones asociadas a la EG.
Hasta el día de hoy
han sido descritas unas 250 mutaciones en el GBA. Esto incluye 203 mutaciones de tipo “missense” (cambio de un
nucleótido que condiciona una transformación en un aminoácido), 18 “nonsense” (cambio
de un nucleótido que da lugar a un codon de parada), 36 pequeñas inserciones o
deleciones que conducen a cualquiera de las mutaciones de tipo “frameshifts” (cambian
la pauta de síntesis de los aminoácidos) o “in-frame” (deleciones o inserciones
de tres o múltiplos de tres bases), 14 mutaciones por cambio en el ayuste
“splicing”, y 13 alelos complejos con dos o más mutaciones en cis. Otro tipo de
mutaciones descritas son aquellas que se producen por recombinación entre el GBA y el pesudogen bien sean por
conversión, fusión o duplicación. Todas estas mutaciones están disponibles en
el banco de datos genéticos (Human Genome Variation Society; www.hgvs.org/mutnomen). Los
dos alelos más frecuentes se describieron a finales de 1980. Estos dos alelos, c.1448
T>C (L444P) y c.1226A>G (N370S), siguen siendo encontrados en la mayoría
de las poblaciones. La presencia del GBAP
complica la identificación de los alelos del GBA que condicionan la aparición de la EG. Inicialmente, los
laboratorios utilizaron diferentes estrategias basadas en la técnica de PCR y
análisis de restricción enzimática como técnicas de cribado para identificar un
grupo limitado de dos a siete mutaciones conocidas. Entre los pacientes de tipo
1 de origen judío Ashkenazi se trataba de un método bastante eficiente, capaz
de detectar aproximadamente el 90% de los alelos defectuosos. Sin embargo, en
la población no judía, esta estrategia no permitía identificar una parte
importante de las mutaciones, especialmente en pacientes con EG tipo 1. En la
actualidad la incorporación de métodos de secuenciación automática ha llevado a
la identificación de muchas de las nuevas mutaciones en el GBA.
Existe un grupo de
unas 15 mutaciones que son, en general, las mutaciones más frecuentemente
detectadas en pacientes con EG. Sin embargo la distribución de dichas
mutaciones varía con el origen étnico y la frecuencia de las mismas podría ser
errónea puesto que muchos laboratorios no distinguen entre la mutación puntual c.1448T>C (L444P)
y los alelos recombinantes que incluyen dicha mutación. Además, por ejemplo, el
alelo c.1226A>G (N370S) es poco frecuente en la población China y Japonesa
siendo extremadamente frecuente en Europa, América y Oriente Medio. En la
población judía de origen Ashkenazi con EG tipo 1 los alelos c.1226A>G,
c.1448T>C, c.84dupG, c.115+1G>A, c.1504C>T y c.1604G>A representan
el 90% del total. Especialmente los alelos c.1226A>G y 84dupG constituyen el
70% y el 10% respectivamente. En este sentido es lógico realizar una búsqueda
sistemática para estas seis mutaciones como primera estrategia diagnóstica
genética en esta población. Por otro lado esta estrategia no identificaría entre
el 25 y 50% de los alelos entre los pacientes con EG de origen no Ashkenazi.
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