Las porfirias son un grupo
de enfermedades metabólicas generadas por deficiencias de las enzimas que
participan en la formación del grupo hemo (indispensable para la formación de
hemoglobina y del correcto transporte del oxígeno a todas las células del
organismo) provocando la acumulación tóxica de porfirinas y de sus precursores
como ácido-δ-aminolevulínico (ALA) y el monopirrol porfobilinógeno (PBG). Hay un
total de 8 enzimas implicadas en la formación del grupo hemo y 7 tipos de
porfirias, correspondiendo cada tipo a la deficiencia de una enzima diferente. Las
porfirias humanas que se transmiten de forma hereditaria tienen una penetrancia
muy baja, ya que se considera que más de un 80 % de los portadores no tienen
síntomas clínicos, e incluso, pueden no mostrar alteraciones bioquímicas. Por
otro lado, la frecuencia de estas alteraciones genéticas en la población
general es tan elevada que permite que aparezcan formas homocigóticas aún en
ausencia de consanguinidad y que sea posible la coexistencia de dos
enfermedades en un mismo paciente (porfirias duales). Las porfirias se
clasifican en hepáticas y eritropoyéticas, según el lugar donde se encuentra el
defecto enzimático:
PORFIRIAS
HUMANAS HEREDITARIAS
PORFIRIAS
HEPATICAS:
a) Porfiria aguda
intermitente (PAI) autosómica dominante (62.1 %)
b) Porfiria cutánea tarda
(PCT) P. hepatoeritropoyética (PHE) autosómica dominante (31.5 %) forma
homocigótica.
c) Porfiria variegata (PV)
autosómica dominante (1.6 %)
d) Coproporfiria hereditaria
autosómica dominante (0.8 %)
PORFIRIAS
ERITROPOYETICAS:
a) Porfiria eritropoyética
congénita (PEC) autosómica recesiva (0.8%)
b) Protoporfiria
eritropoyética (PPE) autosómica dominante (3.2%)
Esta es la clasificación que
vamos a utilizar para las porfirias humanas. La porfiria aguda intermitente es
la más frecuente, pero tiene menos interés dermatológico, ya que no presenta
manifestaciones cutáneas. Desde el punto de vista clínico podemos hacer las
siguientes subdivisiones:
1a.
Atendiendo a la localización del trastorno: porfirias hepáticas y porfirias
eritropoyéticas.
2a.
Porfirias no cutáneas (fuera del cuadro) Porfirias con manifestaciones cutáneas
(dentro del cuadro)
3a.
Porfirias agudas, que presentan brotes de sintomatología abdominal,
circulatoria, neurológica y psíquica, y porfirias cutáneas, que presentan
manifestaciones cutáneas características, pudiendo combinarse cuadros de
porfiria aguda y cuadros de porfiria cutánea crónica.
4a.
Porfirias que presentan un síndrome bulloerosivo y porfirias que presentan un
síndrome de fotosensibilidad aguda.
Las porfirias agudas
clásicas incluyen cuatro tipos de trastornos indistinguibles por sus episodios.
Los síntomas suelen comenzar después de la pubertad siendo más frecuentres
entre las mujeres. Entre los síntomas se incluyen ansiedad, inquitud, insomnio,
etc. que van dando paso a síntomas neurológicos más graves pudiendo ser
dependientes del sistema nervioso autónomo (taquicardias, hipertensión,
arritmias) o del sistema nervioso periférico (parálisis facial, disfagia,
debilidad muscular). También son característicos de las porfirias los dolores
abdominales, que pueden ser seguidos de vómitos y estreñimiento y en ocasiones
dolores de espalda y extremidades.
Los diversos tipos de
porfiria se deben a mutaciones en los genes ALAS2,
ALAD, HMBS (PBGD), UROS, UROD, CPOX, PPOX, FECH y HFE. Estos genes
intervienen en la ruta metabólica que produce el grupo hemo. El grupo hemo es
indispensable en el organismo y está presente en todos los órganos pero tiene
especial relevancia en la sangre, la médula ósea y el hígado. Debido a que las
porfirias están causadas por mutaciones en diversos genes tienen un patrón de
herencia diferente en función de en qué gen se localice la mutación. Así,
tenemos un grupo de porfirias que tienen una herencia de tipo autosómica dominante en las que con que
sólo una de las dos copias del gen esté mutada es suficiente para desarrollar
la enfermedad. En este grupo nos
encontramos con las porfirias aguda intermitente, la mayoría de las
protoporfirias eritropoyéticas, la coproporfiria hereditaria y la porfiria
variegata. Por otro lado, otro grupo de porfirias tienen una herencia de tipo autosómica recesiva necesitándose que
las 2 copias del gen presenten la mutación. Normalmente, esto indica que los
progenitores de dichos individuos eran portadores asintomáticos. En este grupo
se incluyen las porfirias dependientes de la deficiencia de ALAD, la
eritropoyética congénita y algunos casos de protoporfiria eritropoyética.
Existen 2 casos
particulares.En primer caso es el de la porfiria cutánea tardía ya que aunque
las mutaciones causantes de este tipo de porfiria tienen una herencia de tipo autosómico dominante, en la mayoría de
los casos no hay una mutación genética herededa asociada al desarrollo de la
enfermedad. El segundo caso, es el de las porfirias debidas a mutaciones en el
gen ALAS2. Este gen está localizado
en el cromosoma X por lo que tiene un herencia
dominante ligada al cromosoma X. En el caso de las mujeres, la mutación en
uno de las copias del gen puede dar lugar a la enfermedad pero en el caso de
los varones, la mutación siempre da lugar a la enfermedad. Además, en el caso
de los varones pueden presentar síntomas más graves que las mujeres. Una de las
características de la herencia ligada al cromosoma X es que los padres no
pueden pasar rasgos asociados al cromosoma X a sus hijos varones.
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