La ataxia-telangiectasia
(A-T), también llamada Síndrome de Louis-Barr, es un síndrome de herencia autosómica recesiva debida a mutaciones en el
gen ATM, de afectación multisistémica
que se caracteriza por ataxia cerebelosa progresiva, apraxia oculomotora,
coreoatetosis, telangiectasias cutáneas y oculares, retraso en el crecimiento, inmunodeficiencia
variable con susceptibilidad a infecciones, hipersensibilidad a radiaciones
ionizantes y predisposición a ciertos tipos de cáncer. Comunicada en todo el
mundo, la A-T afecta por igual a ambos sexos, y su incidencia probable es de un
caso por cada 100.000 nacidos vivos, sin preferencia por razas o regiones
geográficas. La incidencia de portadores (heterocigotos) de mutación en el gen ATM
en la población general se estima del 1,4 al 2%. Descrita por primera vez
en 1926 por Syllaba y Henner, fue posteriormente denominada Síndrome de Louis
Barr, médico que describió la ataxia cerebelosa junto con las telangiectasias
en un niño belga.
El primer síntoma que se presenta es
generalmente ataxia,
un término médico que se usa para describir un modo de andar inestable. Los
niños con Ataxia Telangiectasia (A-T) pueden ladearse cuando se paran o se
sientan, y balancearse o tambalearse cuando caminan. Esto se debe a
anormalidades neurológicas que afectan la parte del encéfalo (cerebelo)
que controla el equilibrio. Los primeros síntomas de la enfermedad comienzan a
detectarse cuando el niño comienza a caminar, generalmente entre los 12 y los
18 meses de vida. En esta etapa temprana, se piensa a veces de forma incorrecta
que los niños tienen parálisis cerebral o trastornos neurológicos indefinidos.
El diagnóstico específico puede ser difícil de realizar cuándo la enfermedad
aparece por primera vez. Algunas de los síntomas neurológicos posteriores
incluyen anormalidades en los movimientos de los ojos, contracciones rápidas
alternantes (nistagmo) y dificultad al iniciar movimientos
voluntarios apraxia oculomotora. También existe dificultad
en el uso de los músculos necesarios para el habla (disartria)
y la deglución. La telangiectasia,
dilatación de los vasos sanguíneos, generalmente comienza a aparecer entre los
2 y 8 años y se da en la porción blanca del ojo (conjuntiva),
aunque también es posible encontrarla en las orejas, cuello y extremidades.
Otra característica clínica de esta enfermedad es la mayor susceptibilidad a
infecciones que presentan los individuos que la padecen y es debido a las inmunodeficiencias que presentan. Estas afectan sobre
todo a los pulmones y senos paranasales, y suelen ser causadas por bacterias o virus. Aunque la mayoría de los pacientes
con A-T generan anticuerpos contra antígenos ajenos, algunas de estas respuestas
pueden ser insuficientes, particularmente aquellas dirigidas contra
polisacáridos bacterianos de la membrana externa. Esto podría estar asociado
con niveles anormales de inmunoglobulinas – IgA, ausente en 70% de los pacientes; o IgE, ausente en 80% de los casos. Los
pacientes con A-T pueden presentar defectos tanto en el sistema de linfocitos T como en el sistema de linfocitos B.
Pueden tener menor cantidad de linfocitos T en sangre y estas anormalidades por
lo general se encuentran relacionadas con la presencia de un timo pequeño o inmaduro. Por último, los
enfermos que padecen ataxia telangiectasis tienen un mayor riesgo de manifestar
determinados tipos de cáncer,
particularmente del sistema inmune, como linfoma y leucemia.
Teniendo en cuenta
todas éstas características, podemos distinguir dos tipos de ataxia
telangiectasia:
Ataxia-Telangiectasia clásica
La
ataxia-telangiectasia (A-T) clásica se caracteriza por una progresiva ataxia
cerebelosa entre las edades de uno y cuatro años, apraxia oculomotora,
dificultad en el habla, coreoatetosis, telangiectasia conjuntiva, infecciones
frecuentes, inmunodeficiencia y un mayor riesgo de cáncer, especialmente
leucemia y linfoma. Los individuos con A-T son inusualmente sensibles a la
radiación ionizante. Otras características incluyen el envejecimiento
prematuro, anormalidades endocrinas (como la diabetes mellitus
insulino-resistente) y dificultades en el aprendizaje. El síndrome A-T varía
poco de una familia a otra en sus últimas etapas, aunque el tiempo de aparición
y la velocidad de progresión de los síntomas sí pueden hacerlo. La
característica más evidente y preocupante de ésta tipología es la ataxia
cerebelosa progresiva. Poco después de empezar a caminar, los niños con A-T
comienzan a tambalearse al andar. Aunque el estado neurológico de algunos niños
parece mejorar a partir de los 2-4 años, la ataxia comienza a progresar de
nuevo; por lo que ésta que parece observarse podría deberse a la rápida
capacidad de aprendizaje de los niños pequeños en general. A la edad de diez
años, la mayoría de los niños necesitan una silla de ruedas y son dependientes
para realizar cualquier tipo de actividad cotidiana como vestirse, comer o
lavarse. Las inmunodeficiencias están presentes en el 60-80% de los individuos
con A-T clásica. No es progresiva, aunque es variables y no se correlacionan
bien con la frecuencia, gravedad o espectro de infecciones. En cuanto a las infecciones, su frecuencia y gravedad se
correlaciona más con el estado nutricional general que con el estado inmune. El
riesgo de cáncer en estos individuos es del 38%, constituyendo la leucemia y el
linfoma el 85% de los tumores malignos. Los niños más pequeños tienden a tener
leucemia linfocítica aguda (LLA) y los de mayor edad pueden tener una leucemia
más agresiva de células T. Los linfomas son generalmente de células B. En los
últimos 20 años, la esperanza de vida de las personas con A-T ha aumentado
considerablemente y hoy en día superan los 25 años de edad y algunos de ellos
han llegado a los 50.
Ataxia-Telangiectasia no clásica
Los fenotipos
distintos a la forma clásica de A-T asociados con homocigosis o heterocigosis
compuesta por dos mutaciones deletéreas en ATM son:
· Atrofia muscular espinal. Este fenotipo también se asocia con niveles reducidos de la proteína
ATM.
· A-T Fresno, un fenotipo que combina
características del síndrome de Nijmegen (NBS) y de A-T
· Distonía progresiva.
· A-T variantes. A veces los síntomas de
individuos con A-T no se encuentran en los criterios de diagnóstico, como por
ejemplo, la combinación de ataxia progresiva, ausencia de telangiectasia y
concentraciones normales de AF.
La
Ataxia–Telangiectasia (AT) se hereda como un trastorno autosómico recesivo. El
gen responsable de la AT ha sido identificado y se encuentra en el brazo largo
del cromosoma 11 en 11q22-23. Éste controla la producción de una enzima del
tipo forsfatidilinositol-3-kinasa
involucrada en respuestas celulares y control de ciclo celular. En 1995 se
identificó el gen ATM (gen mutado de la ataxia-telangiectasia)
responsable de esta enfermedad en homocigosis. La proteína ATM fosforila un
gran número de moléculas diana, incluyendo algunas involucradas en el control
del ciclo celular, la reparación de las roturas de ADN de doble cadena y la
apoptosis, importantes para mantener la integridad del genoma frente a agentes
externos que pueden dañarlo, como las radiaciones ionizantes o el estrés
oxidativo. Además, la proteína ATM está implicada en el mantenimiento de la
integridad y longitud de los telómeros, que marcan el fin de la capacidad de
división celular. En ausencia de la supervisión de la ATM, se puede producir
una acumulación de mutaciones que podrían conllevar malignización celular. No
obstante, a pesar de la relevante contribución de la ATM a la reparación del
ADN, solo el 10% del ADN de doble cadena permanece dañado en las cé lulas A-T
tras radiaciones ionizantes, debido al solapamiento funcional con otras proteínas
reparadoras. Estas mutaciones ocurren predominantemente en los genes responsables
de generar inmunoglobulinas, los receptores celulares de linfocitos T
(cromosomas 7 y 14), células endoteliales y en las células de Purkinje en el
sistema nervioso central (SNC). Los
individuos heterocigotos no presentan un riesgo mayor que el resto de la población de
desarrollar problemas manifestaciones neurológicas, pero su probabilidad de
sufrir cáncer (especialmente de mama) se aumenta hasta cuatro veces. Se han observado mutaciones en ATM en muchas células tumorales y
germinales en varias formas de leucemia y linfoma, incluyendo la leucemia linfoblástica aguda (ALL), la leucemia linfocítica crónica (LLC) y leucemia de células T prolinfocítica (T-PLL). El riesgo de cáncer probablemente
depende de múltiples factores incluyendo el tipo de tumor, la edad de aparición
del cáncer, y si el heterocigoto es portador de una mutación sin sentido o una
mutación truncada. El diagnóstico prenatal en embarazadas con un 25% de riesgo
de que su hijo padezca la enfermedad, es posible mediante el análisis del ADN
extraído de células fetales obtenidas por amniocentesis, realizado entre las 15-18 semanas de gestación o mediante
el muestreo de vellosidades coriónicas (CVS) entre las 10-12 semanas. Los dos
alelos causantes de enfermedades en la familia deben ser identificados
previamente antes de realizar la prueba prenatal. En este caso también sería
posible realizar un diagnóstico genético
preimplantatorio (DGP).
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